miércoles, julio 13, 2005



FILOSOFEMAS
EMIL CIORÁN

El llanto es temiblemente contagioso. Censuramos lágrimas para no verlas correr por nuestras mejillas, en un espantoso espejo en que reconocernos. De manera análoga , las sensaciones del tedio, de la desgarradura son inefables. La verbalización se angosta hasta un límite fangoso. Empero, hubo maestros que pudieron convertir el gusto por el dolor en letras dulcemente terribles. Uno de ellos fue el filósofo rumano, ya fenecido, Emil Ciorán. Su obra es vasta, e ha trabajado en profusión con apotegmas. A continuación, extractaré algunas frases que me parecieron ilustrativas de su pensamiento. Todas ellas están extraídas de su libelo "Del inconveniente de haber nacido" . Vos dolete, miseri homines.

"Si el hastío del mundo confiriera por sí solo la santidad, no veo cómo yo podría evitar la canonización".

Levantarse, acicalarse y después esperar alguna variante imprevista de tedio o de horror.


Confesamos nuestras penas a otra persona sólo para hacerla sufrir, para que cargue con ellas. Si quisiéramos que se apegara a nosotros, le hablaríamos de nuestros tormentos abstractos, únicos que acogen con presteza todos los que nos aman.

No merece la pena matarse: siempre lo hace uno demasiado tarde.

El primer pensador fue sin duda alguna el primer maniático del por qué. Manía poco habitual y de ninguna manera contagiosa. Raros, en efecto, son los que la padecen, los que están roídos por la pregunta y sin poder aceptar ninguna certeza, pues nacieron en la consternación.

El conocimiento de sí mismo, el más amargo de todos, es el que menos se cultiva: ¿qué sentido tiene entonces sorprenderse a cada instante en flagrante delito de ilusión, remontar sin piedad hasta la raíz de cada acto y perder causa tras causa ante el propio tribunal?

Si uno pudiera contemplarse con los ojos de los demás, desaparecería al instante

La conciencia es algo más que la espina, es el puñal en la carne
Los dolores imaginarios son, con mucho, los más, reales ya que se les necesita constantemente y se inventan porque no es posible prescindir de ellos.


No hay aflicción límite.

Aquel que teme al ridículo no irá nunca muy lejos ni para bien ni para mal; permanecerá más acá de sus talentos, y, aunque tenga genio, estará condenado a la mediocridad.

Perdimos al nacer lo mismo que perderemos al morir. Todo.

Distribuir golpes que no alcanzan a nadie, atacar a todo el mundo sin que nadie se dé cuenta, lanzar flechas cuyo veneno sólo es recibido por uno mismo .

1 Comments:

Blogger autor said...

Este es el post mas solitario y el que mas me gusto. Por eso le pongo el hombro.
Estoy leyendo.
Recomendame cosas lindas.
Ale
alvelazquez80@hotmail.com

7:41 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home