martes, agosto 08, 2006

La tierra del olvido



El viento teje telarañas en el páramo. Entre el tolar, un poblado centenario mira la serranía. Su rostro llora hilos polvorientos de las ventanas minúsculas. Los niños tienen las caras agrietadas por fruncir el seño preguntándole al camino cuándo se acercarán los ángeles arcabuceros. No vendrán en forma de dioses, vendrán en forma de suplicantes que se arrodillarán para verles los ojos con pasmosa actitud turística , a tocar sus creaciones, a robarles el alma con un halo que lacera.
Cuando la peregrinación se arracima al poblado, niñas núbiles, muchachos en pañales, una pequeña horda azorada se acerca a los hijos bastardos de la tierra. Ellos, ahora, divertidos, vestirán las uyutas y los mantos coloridos, como un ultraje de la moda, para lucirlo en amplias avenidas pavimentadas que orlan la vida vertical .
Una madre con una criatura anudada a la manta, se acerca llevando otros hijos que se le cuelgan de los brazos. La más pequeña ofrece los tejidos de lana de llama y alpaca. Otra, lleva en su regazo un cordero de apenas seis días. Todos quieren fotografiarse con él, al módico precio de una colaboración.
Señora, deme, le doy una llamita. Tengo tres bebés. Por qué tiene tantos hijos, quién le manda. Le explico, tienen aún esa concepción medieval de que cuanto más hijos tienen más hombres para trabajar y para cuidarlos cuando sean ancianos.
La niña mira como si hubiese visto una roca. Sus manos siguen extendidas exhibiendo las llamas que cuestan un peso. Alguien pensó , al oir la proclama sociológica, qué carajo le importaba a la niña y a todo el pueblo kolla. Hacer el amor no es una cuestión sociológica. Se remontó a su propio cuerpo explorado, sin espejuelos de intercambio, pero sí con el escrutinio de unos labios que valían más que cualquier reflexión posible.
Luego del tiempo convenido, el aluvión peregrinante se disipó como se disipan las nubes en la Puna. Rápidas, con el vientre cargado de olvido. Los niños y las madres, no olvidarán, saben, con resignación, que los infructuosos papeles con direcciones quedarán sepultados por las ocupadas memorias citadinas; los ángeles arcabuceros a duras penas, en alguna reminiscencia de sus innumerables viajes, tendrán el leve atisbo de aquel pueblo que los vio partir.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Los ángeles arcabuceros están llenos de paradojas. Hay ángeles tilingos que se pegan una visita al zoológico humano; y hay ángeles plenos de poderes manejables solo de a ratos y al al filo de la voluntad propia, que cuando olvidan su insignificancia cosechan una visión y en escasas palabras engendran maravilla. Y viven aquí en la Nebula en la que a uno o dos nos place internarnos.

12:39 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hay fotos de la realidad tan crudas como las fotos de los turistas arremolinados en la historia. Pero cuando la historia grita por su salvación, es cuando la realidad les pega a los turistas.
Somos los que armamos las valijas y vemos la vida detrás del lente, Una niña muere de hambre, un bebé bajo lo que iba a ser su casa encuentra su entierro; y nos parece duro terrible y lejano. Pero por suerte tenemos salvavidas como este texto, que nos marca la diferencia entre la imagen del Tv. para mostrarnos la realidad a través de las palabras que llegan al alma.
Gracias

4:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Escribí algo más porno, en la línea autobiográfica. Las crónicas de los viajes exploratorios más allá de las puertas de tu ano basadas en los testimonios de quienes te rompieron el orto.

10:26 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home