Obsessio
Era un artista consumado. Su nombre generaba una mueca de solemnidad en los rostros de los críticos y la restante fauna culta. Las escasas letras de su seudónimo , impresas en dorados caracteres, ampulosos hasta la hipérbole, iluminaban los escaparates de las principales librerías.
Su obra cumbre era objeto de benévolos comentarios. La cúspide anhelada.
En sus ratos de insomnio, planeó la continuación de tal obra maestra. En su pequeño, desnudo departamento pasaba largas horas estériles frente a la pantalla de la computadora, intentando esbozar una novedosa idea madre que lo llevara a la fama inmortal.
Sus musas de antaño, reticentes y exhaustas de tantas plegarias derramadas, se hicieron volátiles y terminaron por diluirse en innumerables tazas de café.
El deseo de gestar un producto excelso hizo que buscara dar una vuelta rotunda a su producto ilustre.
Se mesó los cabellos, hizo crujir sus falanges, golpeó su entrecejo en busca de las luminarias que lo condujesen a un humilde, táctil “insight”.
Maquinalmente, sus dedos teclearon una palabra en la pantalla. Hostigado por ella, la deshizo. Era idéntica a la idea que ya lo habían consagrado.
Preocupado por su aridez, recorrió con paso presuroso todo el espacio de su departamento. No le importó arrojar algunos objetos al piso.
Un golpe de éxtasis lo impulsó nuevamente hacia la pantalla. Sus dedos, humosos, frágiles, teclearon una palabra. Inesperadamente, golpeó la pantalla y deshizo nuevamente la pequeña retahíla de letras. El sintagma era el mismo que el anterior, con leves variaciones.
Apagó la máquina. Pensó que el descanso le haría bien. No durmió. Sus ojos crispados sostenían la misma , persistente idea. La sensación de la infinitud de aquellas letras contagió su cuerpo. Se hizo un ovillo.
¿Estallaría? El silencio se hacía cada vez más opalino. Calientes lágrimas sembraron sus mejillas frías. Sus deseos de rehuir, de despedazar la extraña, idéntica palabra ganaron toda su atención y tiempo.
Al día siguiente, decidió tomar un paseo para calmar su espíritu, luego de una noche febril. Se levantó con ese infructuoso propósito, mas notó que la palabra estaba encaramada a sus sienes y como un parásito, chupaba sus energías. Abrió la puerta , salió. Su paso era angustioso y vacío.
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Nadie podía hallarlo. Hacía días que no contestaba el teléfono. Decidieron forzar la puerta del departamento y hallar indicios de él. Con esfuerzo, lograron entrar en la desnuda vivienda.En todos los resquicios, restallaba una abatida y monocorde palabra.
Era un artista consumado. Su nombre generaba una mueca de solemnidad en los rostros de los críticos y la restante fauna culta. Las escasas letras de su seudónimo , impresas en dorados caracteres, ampulosos hasta la hipérbole, iluminaban los escaparates de las principales librerías.
Su obra cumbre era objeto de benévolos comentarios. La cúspide anhelada.
En sus ratos de insomnio, planeó la continuación de tal obra maestra. En su pequeño, desnudo departamento pasaba largas horas estériles frente a la pantalla de la computadora, intentando esbozar una novedosa idea madre que lo llevara a la fama inmortal.
Sus musas de antaño, reticentes y exhaustas de tantas plegarias derramadas, se hicieron volátiles y terminaron por diluirse en innumerables tazas de café.
El deseo de gestar un producto excelso hizo que buscara dar una vuelta rotunda a su producto ilustre.
Se mesó los cabellos, hizo crujir sus falanges, golpeó su entrecejo en busca de las luminarias que lo condujesen a un humilde, táctil “insight”.
Maquinalmente, sus dedos teclearon una palabra en la pantalla. Hostigado por ella, la deshizo. Era idéntica a la idea que ya lo habían consagrado.
Preocupado por su aridez, recorrió con paso presuroso todo el espacio de su departamento. No le importó arrojar algunos objetos al piso.
Un golpe de éxtasis lo impulsó nuevamente hacia la pantalla. Sus dedos, humosos, frágiles, teclearon una palabra. Inesperadamente, golpeó la pantalla y deshizo nuevamente la pequeña retahíla de letras. El sintagma era el mismo que el anterior, con leves variaciones.
Apagó la máquina. Pensó que el descanso le haría bien. No durmió. Sus ojos crispados sostenían la misma , persistente idea. La sensación de la infinitud de aquellas letras contagió su cuerpo. Se hizo un ovillo.
¿Estallaría? El silencio se hacía cada vez más opalino. Calientes lágrimas sembraron sus mejillas frías. Sus deseos de rehuir, de despedazar la extraña, idéntica palabra ganaron toda su atención y tiempo.
Al día siguiente, decidió tomar un paseo para calmar su espíritu, luego de una noche febril. Se levantó con ese infructuoso propósito, mas notó que la palabra estaba encaramada a sus sienes y como un parásito, chupaba sus energías. Abrió la puerta , salió. Su paso era angustioso y vacío.
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Nadie podía hallarlo. Hacía días que no contestaba el teléfono. Decidieron forzar la puerta del departamento y hallar indicios de él. Con esfuerzo, lograron entrar en la desnuda vivienda.En todos los resquicios, restallaba una abatida y monocorde palabra.
7 Comments:
Verdaderamente quisiera poner un comentario de la misma calidad que tus textos, pero no puedo.
El conocimiento enciclopedico que dices que no sirve para nada es lo que me falta e impide cumplir mi proposito.
Asi que como no puedo comentar tus posts, te dejo este comentario con la intencion de que te levante el animo.
Tal vez demasiados adjetivos, pero me gusto la historia.
Yohami
gracias
Titiana
Qué bien, tu veta narrativa.
¿Cuántas veces estuvimos ahí, sintiendo los vértices de la palabra hecha cuchillo, hecha amenaza, hecha obsesión?
Bukowski dice que se debe escribir solamente luego de que uno ha hecho todo lo posible por evitarlo. Si la urgencia febril de escribir está en vos, te va a arrastrar como el agua de una represa que estalla por no poder contener tanto caudal.
Me gusta que seas diversa. Carpe diem.
Saludos, querida Nesquik.
Gracias por tu visita. Vuelvo más tarde. un saludo, buena luna y carpe noctem!.S.
Maravilloso: hay una impregnación psíquica de la presencia de los seres que habitaron una casa, ¿palabras?, muy bien. Maravilloso, aunque sean, a mi entender y por lo que estudiado, el vestigio de ese insomne que se fue. Muy bien escrito. Me ha gustado mucho. Saludos.
Que bueno tu relato
felicidades
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