miércoles, noviembre 30, 2005

Maremagnum (la bacanal)


Maremagnum ( la bacanal)

la servilleta a guisa de capote , el camarero lidia el humo de los cigarros y la voracidad de la clientela” (Girondo, Calcomanías)

La anciana de grises cabellos y ojos azafranados , munida con una bandeja atiborrada de langostinos, ostiones y cornalitos fritados se abre paso , dificultosamente, entre los múltiples comensales. Su paso de quelonio, embrutecido por su giba, hace que su cabeza mire al suelo, y que la plateada y cachada bandeja, amenace con caerse. Vade retro para los posibles miradores absortos, de grandes arroyos de fina baba, de la gran masa marina que bambolea sobre el platillo.
La mujer de cuello de jirafa, camelopardalis, y de aros concéntricamente inmensos. Pletórica en su vestidito amarillo patito tachonado de millares de lentejuelas al tono, mira sus senos pequeños y los compara con la obesa joven de generoso escote que espera en la fila de las pastas. Su rostro está teñido de molestia. La envidia pasa como un peatón inquieto y se bambolea al ritmo de los senos gigantes.
En otro sitio, cercano a una parrilla pringosa en donde se exhiben ciertos trozos descuartizados de los cadáveres vacunos, dos hombres embarazados pelean por una tira de asado. Sus bocas gruñen en un tono somnoliento y alcohólico. El calor que mana de la empotrada parrilla, los brota de lágrimas de sudor. Otras pequeñas magnas lides se suscitan por detrás de ellos.
Dos jóvenes anoréxicas luchan por los últimos bocados de sushi y sus miradas tienen una languidez erótica. Las tenazas minúsculas en sus manos pequeñas amenazan con oprimir los pezones de su rival, en una lucha descarnada.
Una niña obnubilada por todo el banquete, entra en éxtasis místico y su cuerpo se paraliza, ante las palabras quejosas de los comensales que batallan por hallar un trozo de comida en los stands.
Las mesas , repletas. Homos et mulieres consubstanciándose con fideos, arroces, mariscos, carne. Un pequeño ostión devora los labios de una mujer ataviada con ropa de adolescente. Un hombre sin ojos, tienta los camarones. Un niño cuya nariz fue mordisqueada por el salmón rosado, llora desconsoladamente.
Los camareros , embutidos en trajes de irrisorios colores, cargan en sus bandejones torres de Babel de platos demacrados, sangrantes. Uno de ellos lleva tentáculos de verdes botellitas, que le crecen de los dedos.
Los gritos van in crescendo , al ritmo de la bebida y la ingestión desmesurada. Algunos establecen pequeñas discusiones pecuniarias, otros, se duermen sobre las sillas. Amable triclinium. A veces, alguna persona, fuera de sí, mira alrededor.

3 Comments:

Blogger Bardamu said...

oh: Dionisos, que detesta al ser humano; la grande abbuffata.
oh: el comportamiento de las personas en la mesa, está intimamente ligado al conjunto de sus formas de existencia.
oh: aphrodisia voluptuosa.
oh: la transmutación de eros; la intemperancia, la desmesura, hybris.
oh: Sócrates dialogando con Glaucón,
"¿hay alguna continuidad entre la templanza y el placer en exceso?
¿Cómo podría haberla, cuando esto último pone a uno fuera de sí, no menos que el dolor?"

10:25 a. m.  
Blogger Livio said...

Ojalá se ponga bien el niño ...
y no se pesque la salmonella !!

Saludos... debidamente esterilizados

12:52 a. m.  
Blogger !obucnÌ¡ said...

¿Por qué me suena tan familiar esa descripción?

Orbs stupor.

2:45 p. m.  

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