lunes, diciembre 12, 2005



NEPENTA

La nepenta de las selvas es una planta trepadora , cuyas hojas forman una cavidad provista de una tapa de colores muy vivos. Las hojas de la nepenta segregan sustancias muy dulzonas; los insectos que se acercan a ella quedan aprisionados por la tapa, que se cierra al menor contacto”. ( De plantis)


“No sabés, Cholita… El Juancito, viste, el hombre ese, que tiene la casita enfrente de la verdulería de Cacho, el otro día estaba con una jovencita , muy mona ella, con uno de esos vestiditos de macramé y arriba una chaquetita rosa. Para mí que es la amante, porque venían muy juntitos… hasta entraron el casita de él. Yo no sé , me parece que hasta hace poco andaba con otra. Yo los veía desde mi ventana, cuando tomaba mate por la tarde. La Rosita, que viven en una casa vecina también oyó gritos adentro. Este Juancito es un caso perdido, yo no sé qué pensar con un vecino como ese, que trae tantas mujeres. Desde que la esposa está en el interior ya no es el mismo. Igual, hay que callarse la boca”.

Comadres, plañideras, éstriges, parásitos que se alimentan de retazos de historias ajenas para llenar sus vacíos estómagos, sus vacíos retazos de historias, cuyo placer más dilecto consiste en extraer sillas de sus cuevas a las aceras devastadas y pulcras por mil escobazos a las siete de la mañana, con una pava herrumbrada en una mano, y un mate de plástico verde, o astillado o de metal, o de porcelana con alguna leyenda de balneario.
Instantáneamente, inician el rito de la libación, y con sus estambres pringosos, y su aspecto vegetal, aferran al hombre libre que se les aproxima con saludos. La productiva ronda carnívora, útero y semen de historias rosas, asesinas, urticantes, termina de disecarlo.
El referente, esquivando infructuosamente la trampa, muere baleado por las miradas inquisidoras de las gorgonas, que desde su vereda impasible, único espacio del universo, lo miran equinamente con las víboras de sus cabellos domadas por multicolores ruleros y una tela de red.
A veces sacan sus tejidos, y como vetustas Penélopes tiñen al privado de su privacidad de sus más recónditos deseos de mujeres insatisfechas. Porque en el pecho de Doña A, o de Doña B, bulle el ardor por extender sus piernas en torno del torso de Juancito, bulle el ansia de convertirse en una ignota Emma Bovary, bulle el afán de extirpar esa vida vacía, condenada a la simpleza.
Y cuando viene el fresco de la noche, las sillas siguen atadas al mismo suelo y el conciliábulo se diluye por unos instantes, en que las participantes y los participantes son engullidos por sus grutas de mobiliario pegajoso y cubierto de nailon amarillento, y cuadros con un payaso que llora y una bailarina extática en su baile luctuoso, para luego salir con un abrigo hasta que las velas no ardan, y hasta que hartas de sangre ajena, se retiren a invernar.

3 Comments:

Blogger Fuego Negro said...

una pintura...un retrato en sepia donde se entreveran y confunden en una nube lo real y lo increible que puede llegar a ser la vida plana...esa vida a la que le escapamos,pero que no podemos evitar algun que otro roce.
Me encanto....ah,muy buena la fotografia

9:21 a. m.  
Blogger Bardamu said...

Existe, entre los pantanos, los manglares y miasmas del riachuelo al sur, una especie de arácnido sin sol, que se fascina por los aromas dulzones y efluvios vaporosos de ciertas plantas exóticas, difícilmente hallables. Indiferente al resto de la abundante vegetación que lo observa e intenta contenerlo, este aracnido se sacrifica impulsivamente a las fauces de su encantadora, acción en la que encuentra -dicen algunos poetas olvidados- la expresión máxima de su propia libertad.

9:39 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

MUY bonita tu página. me gusta lo q escribís.

MARTÍN

1:19 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home