RES ABSURDA "El suicidio es una solución de lo absurdo" (Camus, "El mito de Sísifo")
No hay lógica que pueda gobernar al mundo más que la lógica del absurdo. Deconstruir la vida cotidiana y sus refugios racionales nos llevan al mismo camino. El camino real. Confluímos en la sinrazón. El derrotero oculto ,o el que intentan negar, subyace en todos nuestros gestos , conductas , gustos, aún en lo que consideramos producto del raciocinio. La satira menipea, el esperpento. Sutil teatro. Beatus. (intento por mitigar el desconsuelo)".
SINESTESIA"Speculum me spectat, custodit meas lacrimas" (El espejo me contempla, aprisiona mis lágrimas")
Desde su infancia, la afición por los dulces hizo eclosión. Los días de verano y sus tórridas horas no impedían que el chocolate resbalara por su barbilla y manchara sus ropas claras.
El vaho de sus labios caramelizados prorrumpía en convulsiones provocadas por atascamiento de materia glucosa en su garganta. Sus mandíbulas autómatas pasaban las horas de la siesta debatiéndose entre fragmentos de blancos, negros, metalizados trozos de golosinas.
Sus padres, manifestaron que la ansiedad oral de la niña era exacerbada por su vida ociosa. Los ojos recaían sobre sus dientes devastados.
En breve, le compraron un espejo de grandes proporciones, quizá para mitigar la párvula gula en una imagen avérnica. Se instaló sobre la pulida superficie, sus párpados temblaron y dulces lágrimas descendieron por sus mejillas encarnadas. El vientre hinchado, los pómulos excesivamente redondos. Su figura lisa metamorfoseada en curvas indeseables. Infructuoso subterfugio: las alacenas continuaron vacías, frutos de robos persistentes.
Un día, algo se posó sobre sus manos hinchadas. Hojas , palabras. Historias. Libros. Su ejercicio se hizo dual. Golosinaba al ritmo del desciframiento. Impetuosamente, las palabras fueron impregnándose de los sabores de los chocolates y caramelos ingeridos. El significado fue poblándose de gustos varios, todos en extremo apetecibles. Zigzagueó su mente perniciosa. Sus sentidos se entrecruzaron.
Dejó de saborear materiales. La lectura se configuró en el más delicioso ágape posible. Ya no hacía más que sentarse en un rincón apartado, con gesto adusto a leer , a devorar sintagmas. Olvidó. Se hizo taciturna. Su vida pasaba por la ingesta.
A menudo, se miraba en el espejo, las redondeces aumentaban.
No captaba por qué sus padres temían por su inanición e insistían en que mirara su excesiva delgadez. Ella sentía que iba a explotar de tanta ingestión azucarada. Sentía que sus huesos iban a romperse.
Cayó enferma. El espejo ya no captaba toda su inmensidad. Terminó por quebrarse . Un día, se desvaneció.