viernes, diciembre 23, 2005


La escalera

“´Talia saecla´ suis dixerunt `currite´ fusis concordes stabili fatorum numine Parcae » .
(Virgilio, Égloga IV)

Colocó la flamante escalera en aquel sitio esplendente y subió con todo su leve peso. Se deslizaba maravillosa e ingrávidamente, zigzagueando con su etérea figura de gacela.
Los pasos resonaban con una música lene, dúctiles a las modulaciones de sus piernas majestuosas.
Los peldaños de tersa madera, recios, miraban su entrepierna entre embelesados y trémulos por el húmedo fuego (roscida mella) del claro.
Arriba, la esperaba. El rostro resplandecía, iridiscente. Sus manos colosales y tórridas la ciñeron por la cintura y se aferraron herméticas. Por otra parte, sus manos pequeñas lo tomaron del rostro y se besaron largo tiempo, luchando por unir sus espléndidas carnes.
Todo dolió.
Una vez retornó. Sus no ojos no jubilosos solo emitieron un no tenue no fuego. Aquél no ámbito no joven se reveló no radiante. Su no leve peso dificultaba sus pasos que rechinaban con una no lene no música , no dúctil.
Divisó la escala no tersa, no joven , no inerte a la acción de la podre. La corrosión la había orlado de no bellas perlas negras.
Considerando nada (nada) posó sus no etéreos pies sobre el no primer peldaño que emitió un no muelle grito. La estructura no firme sufrió sus no primeros temblores de fiebre. No vaciló y continuó no bajando. Al llegar al no final de la escalera no diáfana, su no ligero cuerpo se movió no sacudido por todo el estandarte. Las maderas no seguras crujieron no apagadas y todo se partió y cayeron los tres al no suelo no espejado.
Por sus bocas, la sangre manó alocada.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pasaba por aqui y te dejo un gran saludo

5:05 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No me gustan las lítotes.
Almonda

10:52 a. m.  

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