Leopoldina
a quien Σ'αγαπο
El comisario retirado volvía a golpearla. Duro. Silente. Golpeaba como golpeaba a los reos de su barriada. Golpeaba como golpeaba al ganado. Golpeaba como golpeaba a Palmira, su mujer estéril. Golpeaba y Leopoldina aguantaba. Leopoldina tenía el cuerpo cosido a vergajazos de cinto. Soportar al déspota. Soportar hasta que el día se entreabra.
Los recuerdos de su madre venían nubosos. Recordaba cuando ella se lavaba cerca del marjal a la vista del comisario. Recordaba al comisario tanteando los pechos desnudos de su madre. Desde su alma, la rabia infectaba sus venas.
La remembranza de su vida núbil arrasada, le fulminó el pecho. Otro latigazo la abatió. La madre huyendo con el austríaco. Ambas desoladas, barrosas, llorando a la vera de la casa , en el medio de la noche.
Leopoldina mira las venas de la lluvia por los vidrios estrechos. En sus oídos, aún resuenan los golpes. La mano amoratada, recorre el curso irregular de las gotas. Alguna vez esas lágrimas llevaron su sangre, cuando era fuerte.
Las chispas siguen un curso ramificado, desaparecen. Son devoradas por la cruel superficie . Otras nacen del cielo y vuelven a morir. Implacable, el trueno rompe con el diapasón del llanto. Afuera, el muelle soporta. Impertérrito. Soporta los gigantes sollozos. Soporta la intemperie y la población de insectos que se dispersa.
Él vendrá a oprimirle el pecho. Lo intuye. Acudirá a tomar su garganta. Su hermana dará vueltas en la cama, y se tapará el rostro. Formará un recinto combado.
Las paredes de cal desvaídas, las maderas de pinotea, el cielo raso entreverado de vigas laten como un pecho agitado. Sentada en el catre, los ojos resplandecen. Siente sus pasos por la galería. Piensa en la noche estrellada de las chapas. Piensa en sus correrías de niña. Repentinamente, las sucias manos le tocan los pechos, se arrastran por su vientre , desembocan entre los muslos. Ya no oye los jadeos. Toda la tempestad ha pasado. Su vida tornasola.
La noche es una oscura luciérnaga.
4 Comments:
Un hálito de aliento para la délicada en apariencia y bella en contenido flor de Tis
Guille
Genial
El muelle tolera (tal vez favorece) las transmigraciones sucesivas; las gargantas las soportan en grito ahogado.
Un comisario fue austríaco una vez; otra, una madre fue hija.
La hija, que fue de todos; todavía lo es.
Bella, Σ'αγαπο.
La carne cierra con el tiempo las huellas de la violencia, la mente tiene trucos mas complejos. Excelente narrativa.
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