EL HEAUTONTIMORUMENOS
a BL
“Soy el vampiro de mi pecho…” (Muchas veces me he suicidado por ir en contra de mis deseos). Cae la lágrima en el papel impreso. No interesa la sintaxis. Pura, tu mirada, desde el alfeizar, se posa en las manos desgarradas.
“Te golpearé sin cólera y sin odio, ( en el medio de la vida, en el borde del margen), y de tu párpado haré para saciar mi desierto brotar el agua del dolor”. Reinar por el amor, no por el terror. Sabemos que la felicidad es dolorosa. El semen es sangre. Los vaivenes son tormentas. (La paz está en tus tetillas).
“Ese veneno es mi sangre. Soy el espejo siniestro donde la arpía se contempla”. La sangre fue inyectada por el Leteo. El espejo cubrió su faz somnolienta con tu rostro, la arpía se desangra a la vera del tálamo.
“Soy el verdugo y la víctima”. Amar es ser verdugo y víctima ¿Qué patíbulo más bello?
El estilete cae en la página. Terencio, Baudelaire juegan en sus míseras habitaciones con sus tablillas y estilos. Sus miradas de derrota impregnan de humedad los espacios.
Heautontimorumenos, el que no se entrega al amor. Heautontimorumenos, el que al amor se entrega.
Nació entre las piernas, la lumbre del cuerpo. Indolencia, spleen, mueren acribillados en un retazo de nieve. Sus falsos acordes, sus sirenas, tienen un suave vaho hedoroso, parecido a las estrellas extintas.
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